El día que te fuiste,
una brisa fría se llevó tu presencia,
un rosario de silencio y soledad
alejó de mi los ruiseñores
Las manos,
que un día acariciaron,
se agitaron en adioses,
ahuyentando
un vuelo de esperanzas
Sentí,
el frío helado de perderte,
después,
la pena inmensa de estar sola
El amoroso tejido de ausencias
que un día nos fué uniendo
se deshizo una noche sin estrellas
Mi recuerdo
duerme ya
en la bruma de tu olvido
En un invierno sin fín,
el viento arrastra
mustios nidos de ruiseñores.
Toda esa luz
Hace 23 horas
3 comentarios:
Qué bonito. Me ha recordado cosas que sentí :(
un beso¡
Volverán las estrellas y los ruiseñores con nidos de besos y caricias.
Lindos versos embriagados de nostalgia.
Un cariñoso abrazo.
Otras manos y otras brisas volverán a visitarte.
Cada ausencia, cada soledad, será reemplazada por una vida nueva, que hará que amanezca en tu camino un sol nuevo.
Y cada sol que sientas será más cercano y más deseado.
No existe un invierno sin fin, aunque así lo creas o aunque así lo sientas.
Un abrazo, poeta.
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